miércoles, 28 de noviembre de 2012

Cap. 7: La escuela, qué tormento.

 
Allister quiere ser un niño normal, pero todo lo que intenta le sale mal. No le dejan jugar con el perro ni el gato, ni salir a la calle ni siquiera un rato. Saben que sólo piensa en comer y en romper, en pisar, golpear, en gruñir y en morder. Vaya suerte de resurrección ha venido a tener.
 
Llevarlo a la escuela es una odisea, para sentarlo en el coche Víctor se las ve y las desea. Cuatro cintos de seguridad se hacen nada porque mantener a este niño quieto es una pasada. Hay que fijarlo con fuerza a su silla y aún así se golpea con la ventanilla. Seguros en las puertas, coderas y un casco, y que no se le escape aprovechando un atasco.
 
Ya en el aula es difícil poder dar la clase, y es que apenas se escucha con tanto ronquido. El maestro se queja de que no hay día que pase, sin que Allister Zombie se quede dormido. ¡Todo el día corriendo detrás de su perro le tiene fundido!
 
Pero le han encontrado una utilidad y en eso se sale: en E.F. le han puesto a correr detrás de los demás ¡así no hay quien se pare! En qué forma se van a poner, eso sí, los chavales.
 
En música es más complicado hacerle trabajar, la maestra Silvina ha desistido de enseñarle a cantar. Como un gato enfermito arañando el aire, eso no es melodioso, eso es un desastre. Más le vale a Silvina darle una pandereta, mientras maulla y chirría algún golpe acierta.
 
Cuando en casa Isabel le pretende bañar, Allister muestra pánico al agua y se pone a chillar. Qué majete el chiquillo, qué poca guerra da. Sólo es feliz de camino a la cama, agotado y rendido dormirá hasta mañana.
 
Pero no le tengáis ninguna pena, se ha comido dos kilos de pollo crudito de cena. Así duerme hasta un buey, con la barriga llena.
 
En el sofá se derrumban Víctor e Isabel, ella le mira, ¡jolín, lo siento! replica él.  
 
     -Imaginaba que resucitarlo sería otra cosa.
     -Pues arréglalo, genio, o te quedas sin esposa.
 
La semana que viene un nuevo retal de la vida de este chico tan poco formal. Mientras, tenga cuidado si lo ve al pasear, ¡que aunque haya almorzado querrá merendar!